miércoles, 18 de noviembre de 2009

Romance de Lanzarote

Nunca fuera caballero
de damas tan bien servido
como fuera Lanzarote
cuando de Bretaña vino,
que dueñas cuidaban de él,
doncellas, de su rocino.
Esa dueña Quintañona,
ésa le escanciaba el vino.
La linda reina Ginebra
se lo acostaba consigo,
y estando al mejor sabor,
que sueño no había dormido,
la reina toda turbada
un pleito ha conmovido:
Lanzarote, Lanzarote,
si antes hubieras venido
no hablara el orgulloso
las palabras que había dicho:
que a pesar de vos, señor,
se acostaría conmigo.
Ya se arma Lanzarote,
de gran pesar conmovido.
Despídese de su amiga,
pregunta por el camino.
Topó con el orgulloso
debajo de un verde pino;
combátense de las lanzas,
a las hachas han venido;
ya desmaya el orgulloso,
ya cae en tierra tendido;
cortárale la cabeza
sin hacer ningún partido.
Vuélvese para su amiga,
donde fue bien recibido.

Anónimo
(Siglo XV)

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