lunes, 3 de febrero de 2014

Ite, missa est

          Julieta, Philip Hermogenes Calderon (1888)

    Yo adoro a una sonámbula con alma de Eloísa,
virgen como la nieve y honda como la mar;
su espíritu es la hostia de mi amorosa misa,
y alzo al son de una dulce lira crepuscular.

    Ojos de evocadora, gesto de profetisa,
en ella hay la sagrada frecuencia del altar;
su risa es la sonrisa suave de Monna Lisa,
sus labios son los únicos labios para besar.

    Y he de besarla un día con rojo beso ardiente;
apoyada en mi brazo como convaleciente,
me mirará asombrada con íntimo pavor;

    la enamorada esfinge quedará estupefacta;
apagaré la llama de la vestal intacta,
¡y la faunesa antigua me rugirá de amor!


Rubén Darío
(Prosas profanas, 1896)

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